miércoles, 6 de septiembre de 2023

Una preocupación apenas natural ( Hablemos de la Respuesta de FEDEGAN a Petro)

 

La historia oficial enseña que: “Los primeros bovinos llegaron con Colón a la isla que bautizó “La Española” (Santo Domingo), donde, favorecidos por la feraz naturaleza, se reprodujeron con creces. De allí pasaron a Tierra Firme. En el territorio de la actual Colombia se tiene noticia de las primeras reses introducidas por Rodrigo de Bastidas en 1525 con destino a su gobernación de Santa Marta. Desde la ciudad primada se esparcieron por el país con las expediciones de la conquista. Durante el período colonial el vacuno se multiplicó a medida que se penetraba en el territorio, para proveer el alimento básico de los nuevos pobladores, el cual fue adoptado en mayor o menor proporción por los indígenas (No se consideró como un factor generador de riqueza, pues la Nueva Granada, dentro del contexto macroeconómico del imperio español, se organizó como una economía minera y la actividad agropecuaria sólo se estableció para satisfacer el consumo doméstico. La ganadería creció en forma espontánea, sin apoyo del Estado y superó de sobra las necesidades alimenticias de la población”; en síntesis, La ganadería bovina hace parte de la historia de Colombia, se encuentra en todo el territorio nacional y es considerada como una de las principales actividades económicas del país.

En efecto, la ganadería sigue siendo un uso importante de la tierra y una actividad de vital importancia para garantizar la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del país. Y desde hace varios años inició un proceso de reestructuración camino a aumentar la productividad y reducir el impacto ambiental a través de sistemas silvopastoriles ( Para acabar con esa vetusta y nociva práctica de vaca por hectárea); y a crear sistemas de compensación ambiental por pérdida de biodiversidad ( precisamente para financiar proyectos forestales, agroforestales y silvopastoriles en áreas agrícolas y ganaderas)

Sin embargo, la actividad ganadera no ha estado libre de reproches ,en efecto, ha sido señalada por muchos como la actividad responsable de la deforestación, la pérdida de biodiversidad, las emisiones de GEI y las violaciones de los derechos de los pueblos (indígenas y las comunidades locales) y el acaparamiento de tierras; además de lo anterior, se aprovechó la coyuntura de la pandemia COVID19 para elevar la temperatura del discurso ecologista y conservacionista contra la ganadería, y además de lo anterior no se ha podido  librar de los estigmas, lastres y secuelas de tragedias nacionales ( Ola invernal estigma paramilitar, aftosa, ahora alteración climática…. Pobres pequeños ganaderos, cuando no es una cosa es otra)

Con la llegada de este gobierno, los estigmatizados ganaderos fueron capaces de ofrecer un acuerdo de compra directa para la reforma agraria, acuerdo que fue calificado por el propio Presidente de la República como un “Pacto Histórico”; no obstante lo anterior, la respuesta a la confianza legítima de los ganaderos por parte del gobierno nacional fue primero presionar con los llamados  “Mecanismos para facilitar y dinamizar los procesos de compra de tierras por oferta voluntaria,” y posteriormente expedir un  decreto para “Promover la movilización y organización campesina por la reforma agraria”

El día de hoy, el Presidente Gustavo Petro Urrego tiene el descaro de pedir explicaciones a FEDEGAN por un comunicado que pide la movilización ganadera (Materializada en “brigadas ganaderas”) para combatir cualquier amenaza a la propiedad privada; cuando en el llamado a la concertación en un decreto que no está inventando nada, en ningún momento se habla del gremio ganadero ( De hecho con todos los estigmas que carga la actividad y que anteriormente señalamos; es apenas natural que el gremio ganadero se sienta el objetivo principal de los golpes bajos del Gobierno Nacional).

Tiene razón el presidente de FEDEGAN en su último comunicado; advertir no es cobrar, y la movilización ha sido instrumentalizada por los aliados de este gobierno ( En principio como plataforma política y ahora como estrategia para imponer las reformas); y señalar eso, es más un hecho que una estigmatización o una especulación.

Los ganaderos tienen derecho a preocuparse, máxime cuando el Presidente y sus Ministros hablan del sagrado y fundamental derecho a estrilar; que todos conocemos en que se ha traducido.

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