El mismo gobierno que hace poco menos de un
año, preguntaba en la 77° Asamblea de la
ONU: “¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?”;
el día de ayer anunciaba con bombos y platillos, anuncia que ECOPETROL será socio de PDVSA en
la explotación de gas y petróleo en Venezuela. Un cambio de opinión, quizás producto
de la propia inexperiencia de un gobierno acostumbrado a la improvisación; o
también posiblemente a una nueva visión bicéfala del “chavismo del siglo XXI”,
donde igual cabe la conciencia ambiental y la lucha contra el cambio climático
con la nueva “Ecopolítica Petrolera Gran Colombiana”
Cualquiera sea la causa de tal cambio de
opinión; ya crea que se crea que es producto de la inspiración divina a un
hombre providencial, o sencillamente el capricho de un peligroso megalómano; lo
cierto es que se puede ver el posible negocio como todo, menos como una “nueva
locomotora económica” para el país, una oportunidad de avance de la transición energética,
o la recuperación de la cordura perdida por parte del hasta ayer nuevo héroe de
la calentología.
Los hechos son evidentes: 1) Ya existió un
gasoducto transcaribeño; que no fue un buen negocio para Colombia; 2) PDVSA sigue
sancionada; y las pocas concesiones hechas sobre dichas sanciones, no incluyen
la perforación, levantamiento, procesamiento, compra , venta, transporte o
envío de petróleo y sus derivados; 3) La forma mafiosa como se llevaron los
negocios colombo-venezolanos con las cajas de los CLAPS; no son un muy buen
precedente o augurio; 4) Muchos lloran por un fallo que acaba con una
restricción a una deducción a multinacionales; pero celebran que se pretenda
usar dos empresas estatales, para hacer mal uso de los recursos
hidrocarburíferos y jugar con el hambre
de Colombia y Venezuela; y 5) Se quiera o no se está destinando recursos que se
supone capital de inversión de ECOPETROL a la apuesta para favorecer a la
quebrada PDVSA.
Como se puede ver entonces, una visión
racional, coherente y conveniente del negocio; enseña que poca esperanza de
reactivación económica hay en el mismo; lo que si se observa, es una gran
oportunidad de politiquería de la bastante cara, usando la excusa de "desmantelar
las estructuras neocoloniales, responsables principales del saqueo de sus
recursos y de los altos niveles de pobreza e indigencia", que se
materializa con la creación de "pesebres" para legiones de defensores
del "cambio climático", la "ideología de género" y demás
nuevos dogmas, pagados con los dividendos de la “Ecopolítica Petrolera Gran
Colombiana”
Pero igual finalmente, el diablo será el
partero; a aquellos que hoy aplauden la iniciativa, parecen olvidar que este
mismo gobierno, hasta hace poco hablaba
de Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático”, Protocolo
de Kyoto, y de estrategia institucional para la articulación de políticas y
acciones en materia de cambio climático en Colombia.
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