He aquí ahora behemot, el cual
hice como a ti;hierba come como buey.
He aquí ahora que su fuerza está
en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre.
Su cola mueve como un cedro, y los
nervios de sus muslos están entretejidos.
Sus huesos son fuertes como bronce, sus
miembros como barras de hierro.
JOB 40, 15-18
Se acaba de documentar el primer
ataque de un hipopótamo en Colombia, lo cual revive la vieja discusión de como
se debe lidiar con la especie invasora (que no tiene depredadores) reconocida como tal a través de la Resolución
0848 de 2008 y la Resolución 0207 de 2010, y con la contaminación generada por estos animales en
las fuentes hídricas.
Por un lado la Bióloga Brigitte
Baptiste (que desde 1996 viene señalando la necesidad de sacrificar a los hipopótamos
por el bien de nuestro ecosistema), recientemente señaló que: “Los hipopótamos
son una plaga tan grave como el Coronavirus, realmente hay que pensarlo de esa
manera. Lo que pasa es que son grandes, son bonitos, carismáticos, pero son
letales, muy peligrosos; y del otro lado un estudio revista PNAS (Proceedings
of the National Academy of Sciences) liderado por la Universidad de
Massachusetts Amherst, divulgado en un artículo del The New York Times señala
que los hipopótamos supuestamente restauran las capacidades ecológicas perdidas
de nuestro ecosistema.
Es menester recordar, que hace
poco menos de un año, organizaciones protectoras de animales pidieron amparar
la especie luego de la muerte a tiros de
“Pepe”, movilización por la cual BAVARIA anuncio reclutar zoólogos sudafricanos
y el lanzamiento de la campaña “Quiero ser hipopótamo”, además que desde hace
10 años se viene haciendo una cruzada
para salvar a los hipopótamos.
Por lo que probablemente; en los próximos
días y siendo nuestro país un lugar de pasiones, veremos verdaderos debates sobre
el tema. Mientras tanto, nosotros acá en Champetesburgo debemos seguir con el
credo en la boca y viendo como se compone la cuchara luego que se acabe la
cuarentena.
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